Vivimos en una era en la que nos resulta natural estar rodeado de mucha información. De hecho, parece ser tanta, que desde hace ya unos cuantos años se inventó el término “infoxicación”, el cual intenta hacer referencia a lo que ocurre cuando uno se sobrecarga de información, o también, a la difícil tarea en la que se ha convertido el poder profundizar en un tema, en tiempos de constante flujo informativo.

Partiendo de esta gran realidad, es interesante detenerse a reflexionar en cuál es el sentido que daremos a toda la información que consumimos; ¿Cómo nos cambia la información que recibimos?, ¿hasta dónde puede llegar a transformarnos algún dato que hayamos escuchado?.

Mientras observaba un audiovisual acerca de la tarea que tenemos los creyentes de llevar el mensaje de salvación de Jesucristo a todos los pueblos, llamó mucho mi atención que en medio de una sociedad con tanta exposición a la información, aún existan miles de grupos étnicos a los cuales no ha llegado la buena noticia de un Dios que envió a Su Hijo al mundo, para pagar el precio de nuestro pecado, restaurar nuestra relación con El y proveernos de una esperanza eterna (Juan 3:16).

Al escuchar todos esos datos que ilustraban acerca de las regiones geográficas menos alcanzadas, sus características, cuáles eran las principales necesidades de la gente… había una sola cuestión que resonaba en mi mente: “Luego de escuchar toda esta información, ¿qué haré al respecto?”. Fue así que luego de reflexionar en las Escrituras, pude entender que sí era posible, desde aquel lugar donde me encontraba, tomar algunas acciones específicas para que esta información que había escuchado pase de las letras a la acción.

Esto es lo que quiero compartirte como la metodología ¿Qué H.A.R.Á.S.?, con el siguiente acróstico:

1. Hablaré con Dios al respecto

Muchos hemos escuchado una frase que dice que las misiones están en el corazón de Dios. Ciertamente, la necesidad de que todos escuchen las buenas nuevas del evangelio hace latir el corazón de Dios. Aún más, en sus últimas palabras antes de partir de esta tierra, Jesús nos encargó con la tarea de ir por todas las naciones con este mensaje.

De modo que, cada vez que escuchemos las realidades de un mundo que perece sin esperanza, lo más sensato sería ir a conversar con aquel que prometió estar a nuestro lado, para buscar su orientación específica al respecto, para tu vida y contexto. Que nuestra intención, pueda llevarnos a decir así como lo hizo el Salmista cuando exclamó: << Que llegue mi clamor ante Ti, Señor; Conforme a Tu palabra dame entendimiento >> Salmos 119:169.

2. Aceptaré el plan de Dios para mi vida

Por alguna razón, al leer este enunciado el nombre Jonás viene a mi mente. Jonás es un personaje que nos recuerda las consecuencias de no atender oportunamente a la voz de Dios. Sin embargo, es también al mismo tiempo, un vivo ejemplo de la gracia misericordiosa y restauradora de Dios, que puede empujarnos de lugares de oscuridad para convertirnos en portavoces de su mensaje. Una vez que hemos escuchado la orientación específica de Dios para nuestras vidas, es necesario actuar. Si hacemos caso a su voz, confiemos en que quien ha prometido sostenernos nos guiará en el proceso.

3. Recordaré las naciones y pueblos que necesitan a Dios

El video que me llevó a escribir esta reflexión trataba acerca de la urgente necesidad de llevar el evangelio a los distintos pueblos de la Tierra. Es hermoso pensar en el panorama que ilustra el Salmo 22:27, cuando establece que todos los pueblos se acordarán y volverán al Señor. En medio de una sociedad sobrecargada de información, se hace urgente recordar la realidad de la gran tarea frente a nuestros ojos. Millones de personas necesitan escuchar del perdón y esperanza que ofrece Jesús, nuestro corazón debe estar presto para demostrar abundantemente su gracia, haciendo nuestra pequeña parte para que este panorama futuro se cumpla.

4. Apoyaré para que se extienda su Reino

Luego de hablar con el Señor acerca de la realidad que acabas de conocer, de aceptar su plan y recordar la misión que te ha sido dada, naturalmente, debe abrirse paso para la acción. Este planteamiento nos invita a pensar en formas prácticas de cómo vamos a ejecutar nuestra misión. Con la ayuda del Espíritu Santo, es posible activar la fe, para pasar del dicho al hecho, a la vez que recibimos dones espirituales para poder servirle a Él.

5. Seré parte del mover de Dios para este tiempo.

La parábola de los obreros de la hora undécima en Mateo 20, es una analogía que nos permite entender que no estamos solos en la tarea de la Gran Comisión. Hay un Señor, quien desde temprano ha estado buscando obreros para Su viña, se espera una gran cosecha, donde obreros en todas partes y a todas horas, trabajan para llevar fruto. Una de las bendiciones de estos tiempos es la gran oportunidad que existe para conectar con ministerios, recursos y formas prácticas de tomar acción en las misiones globales, con tal de que no quede un solo pueblo sin escuchar del mensaje de Salvación.

Así que la próxima vez que el Señor traiga a tu vida, alguna oportunidad en la que puedas reconocer la gran necesidad que tiene el mundo de escuchar el precioso mensaje de Salvación, es mi deseo que, antes de pasar rápidamente de página, o de hacer clic en el siguiente botón, puedas recordar esta sencilla pregunta, para que la información recibida pueda transformarse en una acción que produzca resultados de bendición eterna. Y tú, ¿qué harás?

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