¿Cómo fue que dormí en una calle de Barcelona?

Y por qué desde ese día dejé de confiar en AirBnb…

Recuerdo que ese 26 de abril fue uno de esos días que prometen bastante. Pero como todo día en la historia, nadie puede saber a ciencia cierta cómo habría de terminar. Lo importante sin embargo, es que, a pesar de las circunstancias, podamos detenernos a reflexionar en cómo transcurrió el viaje y qué pudimos aprender.

Ese día era nuestro último día visitando Madrid. Mis amigos y yo, habíamos agotado una interesante agenda conociendo la ciudad de los “gatos”, paseando por sus calles, visitando los lugares emblemáticos y aprendiendo de la cultura ancestral que heredamos y con la que nos une un mismo idioma. Había llegado el día de partir, y nos habíamos propuesto hacer un recorrido conduciendo, con algunas paradas hasta finalizar en Barcelona, donde teníamos previsto pernoctar.

Recorrido completo en auto de Madrid hasta Barcelona

Las casas colgadas de Cuenca


Nuestra primera parada, fue una visita a la histórica ciudad de Cuenca. Una encumbrada ciudad medieval, amurallada y declarada Patrimonio de la humanidad. Ostenta el título de contar con unos peculiares rascacielos, o “casas colgadas”, que han adornado el paisaje siglos antes de que pensáramos en los modernos rascacielos de Nueva York o Shanghái.

Uno de mis amigos, había propuesto esta parada en la agenda, y vaya que no nos arrepentimos. Las estrechas calles que penetran la ciudad, conducen a una cumbre desde donde se puede apreciar un impresionante paisaje, cargado de siglos de historia. Nuestro periplo por la ciudad apenas duró dos horas, pues teníamos la prisa de continuar nuestro camino hacia Barcelona.

Ciudad de Cuenca. Fotos por @RomanCidC.

Una paella de rojos en Valencia


Luego de algunas horas conduciendo, nos íbamos acercando a nuestro destino, no sin antes detenernos a realizar una parada técnica para reponer energías, esta vez en la ciudad de Valencia.

Aunque no lo habíamos previsto, nos encontramos con la deliciosa sorpresa de probar una paella, en el mismo restaurante que impresionó a Hemingway por estos lados del Mediterráneo. Corroboramos la impresión del escritor, y de muchos otros, que coinciden en que el restaurant La Pepica, cocina la mejor paella de Valencia, me parece que así es y no es publicidad.

Paella de Rojos. Foto por @RomanCidC

Nuestro día iba de maravillas, habíamos seguido nuestra ruta de acuerdo al plan, espaciando las horas de manejo, con tiempo equivalente para detenernos a caminar y comer algo.

Acontece que habíamos quedado de encontrarnos con la anfitriona de nuestro piso rentado vía AirBnb, en Barcelona, a eso de la media noche, por eso, aprovechando que ya caía la tarde, nos dispusimos a conducir el tramo restante hacia el norte, con el GPS indicando unas - casi - cuatro horas para llegar a la ubicación acordada.

No habíamos imaginado que la parte restante del trayecto habría de suponer mayores inconvenientes, en resumen, se trataba de continuar la ruta, por una moderna autopista, que algunas veces nos sorprendía con uno que otro panorama del mar mediterráneo.

No obstante, no todo fue así. A una altura determinada, empezó a llover bastante y el camino en algunos tramos tenía bastante neblina. A medida que continuábamos desplazándonos, más copiosa y frecuente se hacía la lluvia, a tal punto que prácticamente no avanzábamos tan rápido.

Como dirían nuestros amigos norteamericanos, en una “abundancia de prudencia”, decidimos tomar precaución y avisar a nuestra anfitriona de nuestro potencial retraso, y así hicimos, informándole por vía de mensajes y llamadas, apelando a su altruismo para recibir a estos aventureros que posiblemente, mejor debieron haber planeado una noche más en cualquier lugar del camino.

Otra hora después, nos detuvimos en un retén de la seguridad española, quienes realizaban un chequeo de rutina. Continuamos nuestro camino en minutos, sin ningún percance, salvo la constant comunicación para mantener informada de nuestro estado a nuestra anfitriona.

Una vez en el tramo final de nuestra ruta, nos acompañó de nuevo algo de lluvia, neblina, una que otra montaña, unos cuantos túneles, peajes en €uros y tramos de carretera en los que iba y venía la señal celular, y la esperanza de poder llegar a la hora acordada.

Siendo así las cosas, empezábamos a preocuparnos de que nuestro acuerdo de hospedaje, no iba a poder honrarse. Por momentos las llamadas no entraban, los mensajes de WhatsApp no salían, y aunque el GPS se mantenía funcionando, estábamos al borde de la noche solo con la promesa de que nos recibirían.

En un momento llega la señal GSM, timbra el teléfono, es una notificación. Es desafortunada. Un correo electrónico nos informa que la reservación de nuestro AirBnb, en efecto había sido cancelada.

Ahora imagina detenidamente que te diriges a una ciudad, navegando por GPS hacia una ubicación desconocida, en la cual ya no habrá nadie para recibirte, “It is what it is”. Y así fue amigos, cómo faltando apenas unos cuantos minutos para recorrer las simétricas cuadras de L'Eixample, nos quedamos sin lugar donde dormir en Barcelona.

L'Eixample de Barcelona. Foto por Kaspars Upmanis / Unsplash

Evidentemente, no había un plan alterno. Nuestra ruta de todo el día concluía en algún lugar de Barcelona al cual desafortunadamente ya no estábamos invitados. Naturalmente, llegamos al punto que nos marcaba el GPS, sin posibilidad alguna de encontrar a alguien que nos ayudase. Contactar a AirBnb en este momento no nos serviría de nada.

Por esto es que siempre debes de viajar con un teléfono celular con Internet


A unas pocas cuadras de nuestro destino, todavía estaba abierta una estación de servicio, nos detuvimos unos cuantos minutos, para sentar cabeza bajo la incesante y fría lluvia. Era temporada de fútbol en la ciudad de Messi, y como se comprenderá, aunque queríamos no había forma - al menos no inmediata - de encontrar refugio en tan abultada urbe. La importancia de tener un teléfono celular con carga y señal, en momentos como este se torna crucial. Nuestra reacción, habiéndose extinguido ya la posibilidad de comunicarnos con nuestra ex anfitriona, fue la de buscar un lugar “decente” donde estacionarnos, mientras nos repartíamos los números de teléfono de los hoteles cercanos, que conseguimos en una búsqueda rápida en Google Maps.

A las tres y treinta y siete minutos de la madrugada, nos contesta una persona. Es una joven recepcionista, desde una ciudad ubicada justo detrás de las panorámicas colinas que adornan el paisaje de Barcelona. Es un pueblo cuyo nombre jamás olvidaremos: Cerdanyola de Vallès. En aquel lugar, había un hotel con espacio disponible para check in, a partir de las once de la mañana.

Transcurridas ocho horas desde nuestra última parada, sentados en un auto azul oscuro rentado, en una esquina de Barcelona, nos permitimos cerrar un poco los ojos, con la esperanza de encontrar una ducha y una almohada, al día siguiente, treinta kilómetros más adelante.

La madrugada transcurrió sin más novedades. La mañana nos recibió con la agradable sorpresa de que habíamos estacionado a puros pasos del Parc del Forum y la avenida Diagonal Mar. Es decir que, de forma inadvertida, habíamos pasado la noche en uno de los sectores más exclusivos de la ciudad de Barcelona.

Parc del Forum. Foto por David Cristian / Unsplash

Si bien este pequeño percance nos dislocó el horario y los planes de recorrer la ciudad. Al desplazarnos hacia Cerdanyola del Vallès, la vista valió la pena. En aquellos lugares por donde estuvimos, el castellano nos parece que resulta un poco ininteligible, pero aún así logramos conseguir algo de desayuno y algunas horas de descanso.

Nuestra estadía en Barcelona fue fugaz, pero de este episodio de nuestro viaje nos quedan gratos recuerdos y notables previsiones para todo aquel que decide emprender aventuras en una sociedad cada vez más digitalizada.

Hay circunstancias que no están previstas en las políticas digitales. La plataforma AirBnb, que permite encontrar y reservar lugares para alojarse, no podía prever que no llegábamos a tiempo. Un anfitrión tiene la prerrogativa de cancelar una reservación, sin considerar que hayas reservado con meses de antelación, o que hayas agotado vías de comunicación y entendimiento, que por supuesto también tienen su costo o “Late check-in fees”.

Para casos extremos como este y otros no tanto, ciertamente en esta era hay cosas que todo viajero debe conocer. Por supuesto, para mayor prevención nunca olvides tener a mano un teléfono celular con carga, señal, plan de datos y la aplicación Google Maps.